A cambio, se echó mano de los jugadores de Fuerzas Básicas, dejando como entrenador a Matosas, quien implantó las medias rojas en el uniforme del Monterrey, las que se mantuvieron hasta la campaña 88-89, esto porque decía que los jugadores debían tener los pies calientes y el rojo era el color del fuego. En el escrito que le han remitido al estamento federativo le han dejado claro que son los clubes los únicos propietarios y «exclusivo de las citadas equipaciones de Club es la propia entidad, siendo que sólo ésta será la que libremente y con absoluta legitimidad decidirá su modo de explotación comercial. Ello incluye, sin ninguna duda, no sólo el lugar en que la camiseta y el pantalón incorporen logos identificativos de los patrocinadores o colaboradores de club, sino que estos serán elegidos por la propia entidad, sin permitir injerencia o intromisión alguna por parte de la RFEF».